Al odio hacia las zonas verdes y el medio ambiente mostrado por varios vecinos y vecinas de Santiago de la Ribera, que acarrea la destrucción de las pocas señales de vida que quedan en el municipio, se suma ahora una total falta de educación de personas que actúan como si vivieran solas en el entorno, destrozándolo todo, metiendo ruído día y noche, dejando perros sin cuidar debidamente y molestando continuamente a otros vecinos y vecinas, y creyéndose en definitiva los dueños y dueñas del pueblo.
A este incívico comportamiento hay que sumar su total intolerancia hacia los demás: ellos y ellas sí tienen derecho a hacer lo que les venga en gana, pero luego no aguantan la mínima molestia que les puedan causar sus semejantes.
No hay comentarios:
Publicar un comentario